Le roi danse (en español distribuida como “La pasión del rey”), es una película del 2000. En esta narra la relación entre el compositor y bailarín Jean-Baptiste Lully y el rey Luis XIV; además, habla brevemente de su relación con el dramaturgo Molière. Esta es dirigida por Gérard Corbiau, nominado al Óscar a Mejor Película Extranjera por su película Le maître de musique.
Un poco de contexto antes de discutir sobre la película
Jean-Baptiste Lully (1632 – 1687), proveniente de Florencia, Italia, fue un gran compositor, instrumentista y bailarín estrechamente ligado al reinado de Luis XIV. Desde una temprana edad, Lully mostró habilidades extraordinarias para la música; a sus 20s, se convirtió en el director musical de la familia real y el coreógrafo personal del rey durante varios años. Todo esto hasta que la atención de la corte se volcó a otro tipo de obras y, particularmente, a la recién creada ópera francesa; (la ópera nació en Italia, por ende las obras eran cantadas y declamadas en italiano en toda Europa hasta este momento).
La música, fiel acompañante de todas las interpretaciones en escena, pareciera ser el único gran amor en la vida de estos hombres…
Entre otros datos, Luis XIV ordenó la construcción del famoso Palacio de Versalles, el cual se convirtió en su hogar una vez finalizado; años después también fue el hogar de los siguientes soberanos hasta la caída de la monarquía francesa. Ahora es un museo de historia.
Previo a los sucesos de esta película, cabe recordar la guerra franco-española; finaliza oficialmente en 1659, con la firma de un tratado de paz con el cardenal Mazarino. Tras la muerte de Luis XIII (1643), Mazarino gobierna Francia bajo la regencia de Ana de Austria; todo en nombre del joven rey Luis XIV, quien heredó el trono con tan solo cinco años.
Los acontecimientos de la película inician cuarenta años después
La película empieza en 1687, con la ausencia del rey, durante una interpretación musical de un viejo y aparentemente olvidado Lully. Ante dicho abandono, es tal la ira del compositor que accidentalmente se provoca una herida en el pie con una pesada barra de hierro; aquella que usaba para llevar el compás golpeando el suelo con ella. Esto le causó una gangrena; Lully impidió que le cortaran la pierna para detener la infección… “¡La pierna a un bailarín no! ¡Sáquenme el corazón pero no la pierna!”.
En 1653, Mazarino, Primer Ministro hasta su muerte en 1661, y Ana de Austria observaban bailar al joven rey (sin poder real por su minoría de edad); Luis XIV bailaba ballet divinamente, todo gracias a Lully quien poseía un talento inigualable. Ocho años después, al siguiente día de la muerte de Mazarino, la vida del ahora proclamado rey toma fuerza. Luis XIV decide gobernar sin Primer Ministro y, por supuesto, sus favoritos se ven beneficiados con el máximo poder del jefe absoluto de Estado. Lully compone diversas piezas de ballet que el rey interpreta, dándole notoriedad al ballet de una forma antes no vista en Francia; puesto que, el origen de esta danza se remonta a la Italia renacentista.
Lully era visto en la corte francesa con muy malos ojos dado su origen italiano. Siglos antes, a los franceses les hervía la sangre al no haber podido hacerse con el territorio italiano durante las guerras entre 1491 y 1559; hasta que el rey francés Enrique II renuncia a la reclamación de sus ‘derechos’ sobre los territorios italianos. Lully es entonces menospreciado con comentarios que vemos desde el primer momento: “estos italianos huelen a barro”. Sin embargo, esto no impide que se desarrolle una relación mediada siempre por la música entre el florentino y el rey.
La música, fiel acompañante de todas las interpretaciones en escena, pareciera ser el único gran amor en la vida de estos hombres, incluso en la vida de Molière, de quien poco vemos. Tres sucesos narrados en la película puntualizan tal romance y tal necesidad de conquistar los corazones de los franceses con la música y la interpretación sobre cualquier otra cosa que pueda traer la vida.
Tres momentos claves
En la película puntualizan el romance y la necesidad de conquistar los corazones de los franceses con la música y la interpretación sobre cualquier otra cosa que pueda traer la vida.
En primer lugar, el rey enfermó gravemente por… bueno, por estúpido: cayó a un pantano cuando visualizaba el Palacio de Versalles (que en ese momento no era más que un terrero infestado de un sin fin de bichos). Estuvo tan enfermo que se le aplicaron los santos óleos y designó a su sucesor. Lully, asustado por la posición que adquiriría si el rey llegase a morir – “lo perderé todo” –, pasó todo un día con su respectiva noche, tocando violín para el rey a las afueras del aposento real; mientras que, su esposa estaba dando a luz, el bebé nacía de espaldas y pedía que su amado estuviese con ella en dicho momento; él nunca llegó.
…sólo atina a preguntar si esa noche no habrá entonces música que lo acompañe.
En segundo lugar, Molière creó una obra en la que se mofaban de la moral católica del momento; hecho que no agradó a la corte francesa, incluida la reina madre – pero sí al rey –. Lully visita a su amigo, quién estaba devastado por la muerte de su recién nacido hijo y Lully le comenta que hay algo mucho peor: su obra, ‘Tartufo’, ha sido prohibida por el rey. Molière, por supuesto, deja de lamentarse por su hijo y le presta más atención a la censura.
El tercer suceso se trata del acompañamiento aparentemente permanente de la música en la vida del rey: Lully siempre está con unos cuantos músicos ambientando la cotidianidad del monarca, incluso vemos que mantiene relaciones sexuales con una joven y Lully está observándoles a través de una cortina y detrás de él… ¡una orquesta tocando!
Astucia y traición
A partir de 1670, si bien el favoritismo continúa, el rey ya no tiene 20 años y cada vez le cuesta más trabajo bailar y realizar poses complicadas, por lo que su frustración en esta área le hace concentrar su atención en otro tipo de obras y Molière parece ser el nuevo favorito. Lully, furioso, hace toda clase de berrinches hasta que estalla tras la presentación exitosa de la primera ópera francesa compuesta y dirigida por su archienemigo Robert Cambert.
La astucia del florentino y el deseo de mantener su posición en la corte le hacen proponerle al rey que le permita componer óperas, pues nadie tiene su talento y haría con esto que la posición del rey en las artes se extienda aún más por Europa; la condición es que nadie más pueda hacer este tipo de obras y que, aquellas producciones en las que su música fuese pieza fundamental para el desarrollo de estas, queden únicamente bajo su nombre. Entre las consecuencias de este decreto, Molière se queda sin la autoría de las obras en que trabajó junto a Lully; la traición de su amigo, sumado al desinterés del rey por asistir a sus cómicas obras, terminan acabando con su vida.
Finalmente, Lully se destaca como compositor de ópera, pero el desgano del rey es cada vez más notable, ya no sonríe, pareciera no causarle gracia nada. Ahora, Lully dispuesto a morir tras la gangrena del inicio de la película, sólo piensa en el rey, en si lo recordará ese día, en si sabe que está muriendo… el rey observa el jardín de Versalles desde el interior del Palacio y sólo atina a preguntar si esa noche no habrá entonces música que lo acompañe.
Un comentario después de la película
Las relaciones de poder en la aristocracia han influenciado enormemente diversos ámbitos de la sociedad a lo largo de la historia de la humanidad. No es difícil de imaginar por qué la necesidad de cualquier persona de querer mantener el favor de su señor/a, ya que esto trae consigo beneficios que trascienden la acumulación de riquezas y títulos nobiliarios.
En el caso concreto de artistas es la posibilidad de que sus creaciones se expandan por diferentes territorios y el reconocimiento llegue de quienes consideran más puros y sublimes (y claro, el dinero que viene con eso, no hay que olvidarlo). Pero no sólo quien tiene el favor se beneficia, quien lo otorga tiene sus propios intereses; en el caso de Luis XIV, ser reconocido como el rey bailarín, posicionarse como el monarca con el mejor gusto y la máxima elegancia, quien puede hacer posible que la cultura francesa sea la envidia de toda Europa.
Siempre se trata de una cuestión de ego, de ser amado —apetecido realmente—. En diversos momentos de la película me pregunté por esto, ¿estaba Lully enamorado del rey? ¿qué hacía que se entregara con tanto fervor a los deseos de un hombre que decía no ser su amigo? Tenía que ser amor, y efectivamente lo era, pero no hacia su persona. Una frase resolvió mi duda “Mi talento es inútil sin él”. No lo amaba, ama su poder sobre él, su influencia a través de lo que ama hacer y que complace también al soberano: la música. Irónicamente el título de la película hace referencia al amor del rey por el baile, pero ¿cuántas veces se le ve bailar?. Es así como indirectamente Corbiau nos dice que la música es la esencia, la fuente, el espíritu de toda danza, ¿puede alguien que no ame la música, bailar?.