Entrevista a Lina Clemencia Zuluaga de Musicreando

En las clases de Ballet no se buscan estrellas perfectas, sino derrotar los obastáculos de los niños para convertirse en mejores bailarines y seres humanos

Empezó a bailar desde pequeña en la academia de Mariaelena Uribe y dejó de bailar cuando ella saltó al cielo. Sin embargo, sigue viviendo en el mundo de la danza. Sueña con ver La Cenicienta interpretada por Roberto Bolle, un bailarín italiano; usa cartucheras, aretes y bolsos con imágenes de danza. En su casa, hay lámparas y cuadros de ballet. Se pasa el día entre niñas pequeñas, colegas y reuniones. ¿La carrera? La cambió cuando encontró su verdadera vocación.

Lina Clemencia Zuluaga es profesora de Baby Ballet y Pre-Ballet en Musicreando, academia que da clases de teatro, música, danza y pintura en Medellín, desde hace 35 años. Un día, los hermanos Zuluaga unieron esfuerzos y desde entonces han ido creando un espacio de familia para familias.  El arte está en el ADN de la academia y también se trabajan el respeto, la ternura, el afecto y la unión, como valores, en las clases y en las producciones; sin olvidar, el orden, el cumplimiento y la organización.

Según Lina, “la disciplina que da el ballet no se obtiene con ninguna otra disciplina”. Parece un juego de palabras, pero no lo es. “Ojalá todos los niños asistieran a clases de ballet o al menos de música  – dice  –  el ballet es bueno para todos, porque enseña control del cuerpo, de las emociones, de la mente”.

Katy Schuth: ¿Suena algo rígido?

Lina Zuluaga: En las clases, claro, hay disciplina, pero el juego hace parte de la metodología. Lo que más me gusta de dar clases es crear, inventar.

KS: ¿Cuál es el mayor reto de una profesora de ballet?

LZ: Curiosamente, no se trata de encontrar al niño de condiciones físicas perfectas para ser una estrella. Se trata de llevar al niño a que logre algo, a que logre un sueño, a no dejar que las limitaciones sean limitaciones.


Lina recuerda que una vez tuvo una alumna que soñaba con bailar. Su padre, después de mucha insistencia la llevó a la academia para que ella se diera cuenta de que no era posible bailar ballet. Lina la recibió en clases. En pocos meses, estaba bailando en la presentación de final de año. A la niña le faltaba un pie.

De eso se trata, las limitaciones tienen que dejar de serlo.

KS: ¿Cuál es el mayor reto de un padre de familia de un estudiante de danza?

LZ: La enseñanza de la danza debe verse como un trabajo en conjunto. No solo es el profesor. También es el alumno con su compromiso en el aula y el compromiso del padre de llevarlo a clase, de darle una alimentación balanceada, de entender la rutina. Es un trabajo de familia. Los padres deben apoyar la disciplina que el niño está adquiriendo, pero, sobre todo, animar el disfrute. Si el niño no disfruta, de ese esfuerzo no saldrá nada.

KS: ¿Por qué no se puede faltar a clases de ballet?

LZ: El ballet es lo más ingrato que hay en la vida. Tanto como la música. Si un pianista deja de tocar un día, siente los dedos tiesos. En el ballet es peor. Se involucra el cuerpo desde la cabeza hasta miembros inferiores; todo. Y no solo la parte física, también la mental. Se requiere rapidez mental para el aprendizaje. Parar no es bueno para ningún bailarín.

KS: ¿Hay muchos niños en clases de ballet?

LZ: No, quisiera tener muchos más. Es increíble el talento que hay y las condiciones físicas que tienen. En la academia hay muchos niños en los talleres de teatro.

KS: ¿Qué le recomendarías a una nueva estudiante de ballet?

LZ: Lo primero, la moña; es mágico. Cuando una niña llega bien peinada, se comporta como una gran bailarina. Lo segundo, usar las zapatillas solo en clase; no irse caminando por las escalas con ellas o recorrer el supermercado con sus zapatos de danza. Lo tercero, tener un bolso o maletín para guardar bien todas las cosas de ballet; los cauchos, la ropa, las zapatillas, todo como si fuera un pequeño tesoro y mantenerlo bien ordenado. Y finalmente, ver mucho ballet, leer sobre ballet; las redes y el internet nos ofrecen mucho material para expandir el mundo de la danza y no quedarse solo con el contenido de las clases.


Afuera, la luna llena ilumina el gran piano de la terraza de Musicreando, mientras esperan por Lina un par de tareas más. La jornada aún no termina. ¡Es época de función!

Escrito por: Katy Schuth B.
Comunicadora, Danzar con Alma.
Fotografía: cortesía.

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Posted by:Acento Ballet

Revista digital de ballet.

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